He tenido la suerte enorme de llorar hoy con la película “Rock the Casbah” del año 2013, donde el genial Omar Sharif se nos despide literalmente de la vida y de sus consejos, con una frase que considero antológica.
“Nunca hagas llorar a una mujer, pues Dios cuenta sus lágrimas”
La presencia de Omar Sharif es genial, no hagas caso a quien diga que estorba en la película, que no encaja, que es un añadido a la trama, pues a veces los críticos han visto demasiado cine.
Uno a los 60 años llora con quien quiere y el drama de una sociedad donde las mujeres tienen un peso legal escaso, se contrapone con el gran peso moral y ejemplar, aunque sea lleno de silencios y de amarguras. El hombre (en esas y en muchas sociedades) es el que puede tener la razón legal, pero no el que tiene la razón vital, la inteligencia social, el sentido de la vida. Una familia de mujeres que por sus condicionantes religiosos necesitan a los hombres para seguir andando, demuestran que son la que realmente llevan el sentido de la vida, la dirección en las relaciones entre humanos. Las que llevan la vida, las que lloran o ríen por y con sus muertos.