La dificultad era tremenda, compleja, alegre, simpática, soñadora, asesina. Eran tres chicas hacia el agua, tres jovencísimas damas contra el furor del ambiente de una fuente pública. No quiero deciros quién ganó, pero ellas intentaba llenar la tetera de agua cuando se encontraron con una avispa que intentaba beber también de la misma fuente. Eran incompatibles las tres mujeres con la avispa. Contra la avispa. Se miraron entre ellas y como es lógico la que llevaba el sombrero era la más atrevida, la que tenía la obligación de pisar a la avispa sedienta. Creo que la avispa sa salvó entre las ranuras del suelo de la fuente, pero al volar se juró muy cabreada que en cuanto viera a una dama ensimismada y dispuesta a despreocuparse le clavaría el aguijón hasta las entrañas.