Vengo de observar a una parte de la juventud adolescente de mi ciudad, reunidos alrededor de unas botellas con alcohol y unas bolsas de patatas. No encajan bien los chetos y la ginebra, pero eso ellos no lo saben. Se reían y era pronto todavía para reírse mucho.
Se hablaban al oído y me recordaban los tiempos míos en que nos íbamos a tomar zurracapote o vino rancio con cacahuetes.
La calle la empleábamos menos pues en aquellos años 70 la calle era de Fraga el de Palomares.
Luego algunos de aquellos adolescentes que salíamos a pegarnos con los de Santa Isabel o a correr delante de la guardia civil o los grises, aquellos que siempre discutíamos con nuestros padres vete a saber por qué motivo idiota, nos hemos vueltos dóciles o políticos, vagos o megos, religiosos o agrisados sociales, arquitectos o enterradores. Hay de todo.
Cuandos se es adolescente encaja muy bien dejarse llevar en busca del futuro, pero en realidad no te das cuenta. Sólo vas en busca del presente.
Es decir, como ahora, pero con los años se nos ha olvidado que lo que no disfrutas hoy, ya no lo disfrutarás nunca.