La mejor manera de llegar al objetivo (la Meta) es no perder de vista el lugar hacia el que te diriges, la meta que quieres alcanzar. No mires el camino, no mires ni al suelo ni al paisaje, piensa solo en llegar en las mejores condiciones, en el objetivo final.
Piensa solo en llegar. Si acaso en el suelo para no caer. Y si te caes, aprende a levantarte.
Si te entretienes en el camino, si dejas de ver el objetivo, lo perderás. Un instante de duda, de temor, de pensar que tal vez te estás equivocando, supone que el débil objetivo se hunda y dejes de verlo claro y en su sitio.
El tiempo programado es vital para alcanzar los objetivos. Por eso es tan importante tener de antemano todo bien estructurado. Si dudas en el trayecto es sólo porque no te lo has preparado bien.
Pero ese deseo claro de ir en busca de la meta con rotundidad no te impide disfrutar del camino, darte cuenta de que estás alcanzando tal y como diseñaste todo aquello que te habías propuesto.
También hay que planificar los descansos y ocios de la vida, pues tomar aire es tan importante como avanzar.
Las dificultades van a venir en el viaje, siempre es así y no es posible programarlas todas de antemano. Pero si puedes intuirlas, saber y asumir que vendrán las debilidades y dificultades en el momento más inoportuno.
Por eso también, te tiene que pillar el momento negativo muy atento y sin bajar la vista ni las defensas.