Necesitamos aumentar nuestra inteligencia emocional si queremos “estar” mejor en la sociedad, ayudar a crecer a los que nos rodean pero también para crecer nosotros mismos. Para ello debemos entrenarnos, creer que es necesario ser más “inteligente emocional” y ponernos a trabajar en ello.
Haz ejercicio, deporte sencillo, muévete. Escribe, haz relajación, escucha la música que te guste, medita en tí misma. Todo este te abrirá la forma de pensar, te ayudará a estar más despierta.
De verdad, no te pases con las carnes, aliméntate de forma más sana, toma frutos secos, pescado, frutas, verduras, muy poco alcohol, má agua. También esto te mantendrá más abierto, más receptivo.
Aprende, constantemente aprende. Escucha, apunta, revisa, lee, vuelve a escuchar.
Tranquilo, no te pongas nerviosa. Respira, no tengas ira, no te dejes llevar por la violencia de pensamiento, menos de la de palabra. Piensa que los demás lo están haciendo “por algo”. Adivina por qué.
Organiza el día, la semana, la vida. Divide las actividades de cada momento según su real importancia. No te enganches a nada que sea vacuo o muy fácil. Huye de las personas antipáticas, violentas, tóxicas, bobas.
Vuelve a la relajación. Pero no es necesario que sea una relajación de libro, puede ser simplemente mirar un parque, mirarte por dentro, respirar o escapar por un momento del lugar asqueroso donde estás ahora. Vuelve a realizar un poco de ejercicios, mira por la ventana, sal a la calle y observa, mira de cerca una flor. Ayuda brutalmente a vaciar de toxinas nuestra mente.
Y recuerda que es muy importante hacer muy bien, pero solo una cosa por vez. Los que te rodean están para ayudarte. O para poner zancadillas. Aprende a diferenciar sus símbolos, sus intenciones. La gente es buena, incluso muy buena. Excepto cuando es mala o muy mala.