Ya nadie valoramos la filosofía como ella se esperaba cuando la creamos entre todos nosotros. Vamos ahora a lo práctico, a lo rápido, sin devaneos ni dudas, sin esperas para recapacitar. Hay que atacar a la vida y conquistarla o morir por ella. Por disolución de la sociedad filosófica y con rápida liquidación total y final, antes de cerrar totalmente, queremos venderla a unos precios fabulosos. Sabemos que aun así, nadie nos la va a comprar. Nada como saber que no tenemos futuro, si observamos que nadie quiere ya adquirir conocimientos. Está prohibido reflexionar. Han sido 2.500 años de reflexión para nada, pues no nos la merecemos. Dejemos ya de pensar, nos han ganado.