Tengo ganas de que llegue diciembre. No por la Navidad pues esta ya se puede disfrutar si se quiere; uno va al Corte Inglés y se da una vuelta por los belenes, se compra cena y disfruta de Nochebuena un 13 de noviembre mientras ve Sálvame de Luxe con cava del bueno e intentando entender el lío del Matamoros ese, que más parece un señor con tornillos en el cuello y que lanza babas venenosas que un ejemplo de robot metálico. Vale, vale, que sea cava de Aragón, sí, que el catalán está un poco amargado.
Tengo ganas de que llegue diciembre para terminar con tantos periodos electorales, para borrarme de “favoritos” tantos medios de comunicación agolpados y que dicen siempre lo mismo, cuando no son esos mismos medios los que despiden a periodistas tras 21 años de curro dando el callo, por decir que igual hay censura. La mejor forma para demostrar que NO hay censura es aplicando la censura. Cosas del siglo este, que no sabemos si seguirá igual de asqueroso y hasta cuando.
Pero tras diciembre igual tenemos tres años de descanso electoral, siempre que Artur Mas en Cataluña quiera cortarse el pelo como le digan los de la CUP y se adapte a ser anarquista del siglo XXI. Que digo yo que en algún momento serán capaces de tener Presidente de la Generalitat antes de Presidente de la República. ¿O igual es el mismo? Aunque bien pensado podrían tener los dos cargos en simultáneo y así sería más sencillo darle una jubilación de oro a Pujol y otra a Artur Mas.
Tengo ganas de que llegue diciembre para ver si por fin el frío mata los mosquitos nuevos que van saliendo como setas del otoño húmedo. Un general que nos lo meten con calzador, algunos tipos nuevos que desde Cataluña nos explican lo bueno que es ser independientes, unos filósofos que en vez de seguir filosofando se meten a la política por la puerta principal sin saber dónde están los wáteres o unas buenas gentes que están acojonadas con lo que puede venir tras el fin del ciclo.
¿Fin de Ciclo? ¿Otra reforma en la Educación y en los Ciclos? No, dicen que solo se reformará la Constitución, pero más que nada para que no se la coman con patatas los que desean seguir el mismo camino emprendido por los catalanes. Mucho me temo y con razones, que la próxima Constitución me va a gustar menos. Mucho menos a los aragoneses que leemos, que cada vez somos menos. Unos tipos raros, nos llaman. Si se atreven a limpiar de polvo la Constitución meterán a los aragoneses junto a los murcianos y los de Cuenca, que son muy buenas gentes pero ninguno tiene Fueros ni ganas.
Tengo ganas de que llegue diciembre para ver qué me traen los Reyes. Los de verdad, claro.