Lo anormal es lo que conquista nuestra mirada, por eso la diferencia marca siempre la astucia de quien la propone y la atención del resto. Si quieres ser diferente a los demás, no te de miedo, es algo habitual. Pero aprovecha esa mirada inicial de sorpresa, para sacar un rédito personal suficiente, pues enseguida nos acostumbramos a esa diferencia.
Si todo el mundo es amarillo y tú eras blanca, tendrás más luz, pero en cuanto llegue la noche esas diferencias desaparecen, a no ser que las hayas sabido explicar o las hayas rentabilizado durante el tiempo en que la luz te ha dado esas diferencias.