Somos tan diversos que nuestras propias caricaturas son incapaces de replicarnos, según creemos equivocadamente. Pero el humor se acerca más a lo que realmente escondemos con nuestras miradas, con las formas interiores con las que creamos nuestra imagen. Esta valenciana existe. Tal vez en la India o en Burgos. Pero seguro que aunque nos parezca imposible, existe y ella no sabe que tiene un replicante. Ni el replicante, que un día alguien hizo una falla con su cara. Si no hoy, dentro de mil años. O hace 200. ¿Qué encontrarán los arqueólogos del futuro de nuestra civilización?