Ayer estuve viendo la obra de teatro "Toc Toc" donde seis locos muy cuerdos no se dan cuenta de que en realidad están muy sanos pero algo desquiciados, y donde el único loco cuerdo es el psiquiatra que no aparece hasta el final de la obra para terminar de desquiciar al público loco que solemos asistir a este tipo de obras del absurdo social.
Los trastornos mentales los tenemos todos. Yo os escribo como si os conociera de algo y en realidad ni sé si existís o estáis de visita. Los seis personajes de la locura tienen trastornos comunes que todos tenemos. Pero todos nosotros ni lo sabemos o si los reconocemos, creemos que son pequeñísimos y por que nos da la real gana.
Nos gusta insultar al vecino, pero en la intimidad. Nos da asco que nos toque la gente que no conocemos, creemos en el más allá una vez que ya no creemos en el más acá. Repetimos las cosas decenas de veces tal vez porque nuestro discurso está falto de ideas o porque creemos que así nos harán más caso. Somos unos incongruentes con los números y si no que se lo pregunten a nuestros banqueros ricos, y somos unos fanáticos de las apariencias aunque sean simples rayas en el suelo o en el vestido. Rezamos a un dios que no nos mira y con eso lo entenderemos todo.
Pero la moraleja es terrible. Sólo somos capaces de mejorar, de curarnos incluso, si terminados de pensar tanto en nosotros mismos y nos ponemos a pensar un poco más en los que nos rodean. Jodo petaca, diría yo. ¿Y esto lo saben los psicólogos y los psiquiatras? ¿Y para qué tanta pastilla que te deja sin ganas de jodernos?