Hay que aprender a relacionarnos mejor con todos. Incluido con nosotros mismos


Relacionarnos bien con los demás es muy positivo para nosotros mismos. Es pues puro egoísmo el que sepamos hacerlo mejor, y para ello debemos practicar la inteligencia emocional, conocer los funcionamientos de las emociones de todos, pues es importante conocernos y conocer a los que nos rodean para detectar si lo estamos haciendo bien o mal, si recibimos lo que esperamos o si nos estamos equivocando en la formas de encarar los problemas, la situaciones, las relaciones.

Relacionarse con los que nos rodean es saber poner límites en las interacciones, es también aprender a poner esos mismos límites para nosotros mismos, es sobre todo saber resolver conflictos y para ello es fundamental detectarlos a tiempos y adivinar las motivaciones. 

Las relaciones entre personas tienen que ser agradables. Si son violentas o duras y ásperas, no lo serán por mucho tiempo. Nadie quiere vivir su propia vida rodeado de personas que trasmiten negativismo, violencia aunque sea verbal, malas caras, ausencias y cambios de carácter sin motivo, pesimismo absurdo, falta de empatía con los que le rodean, excesiva exigencia para con los demás y nula para con unos mismo, vicios no compartidos.
Hay que aprender a sentirse bien ante la vida, a saber elegir y poder rodearte de las personas con las que intercambiar positivismo, para sentirnos todos mejor. En las relaciones lo que en realidad nos intercambiamos es tiempo de vida, es decir, lo más importante que tenemos. Por eso es fundamental que sea tiempo agradable, positivo, válido, que se intercambie entre iguales, dentro de la felicidad.

Todo esto se aprende, como cualquier otra materia en la vida. Y como se aprende, debemos lograr que nuestros hijos lo comprendan bien y lo practiquen, pues es importante que asuman su propia felicidad desde las relaciones. Y si no sabemos lo suficiente, debemos buscar quien nos lo enseñe, desde diferentes lugares. Lo que se aprende, se enseña.

Mira, nosotros estaremos con nosotros toda nuestra vida. O nos queremos más, o aprendemos a vivir con nosotros mismos, o somos nuestros mejores amigos, o estaremos sufriendo siempre. Debemos tener autocontrol, pero sobre todo para nosotros mismos, que siempre vamos juntos a todas partes. Hay que crecer en autoestima y desde ella nos resultará más fácil relacionarnos con los demás. Pero lo primero es aprender a relacionarnos con nosotros mismos desde el amor propio.