Enseñar el sujetador en la capilla de una Universidad puede ser castigado por una severa multa y además dar gracias por la suerte de que no sea más la condena. Pero mostrar la dureza de las manifestaciones católicas en algunos países, en algunos pueblos de España, en nuestras calles con la salida de personas torturadas, golpeadas, o incluso esqueletos como en Zaragoza, nos parece educativo, donde llevamos niños a verlo, a participar, cuando no a militares de variado color. Es la España curiosa que sigue imponiéndose, muchos no sabemos bien por qué.