Pequeños impresos en papel que nadie mira, se cogen y se rompen para usarlos. Muchos llevan publicidad, pero o pones colores potentes, saturados y bellos o pasan sin pena ni gloria. Son los azucarillos que ya no hay que desenvolver, sirve sólo con romperlos y no mucho. Al diseñarlos hay que pensar sobre todo en su funcionalidad, es decir, en facilitar su ruptura. Nacidos para ser rotos.