Dicen que la diferencia entre un optimista y un pesimista o negativista es su grado de información. Y no es cierto. Es su grado de responsabilidad consigo mismo y sus ganas de actuar.
Todo es relativo: para nosotros pero también para todos los demás. Nada es malo del todo, pero tampoco hay nada bueno para siempre.
Cada situación tiene múltiples lecturas, y son esas lecturas las que nos convierten en optimistas o pesimistas.
Si aprendemos a mirar desde el positivismo, sabremos trabajar para convertir cada elemento que no nos guste, en algo positivo y por ello seremos más optimistas.
De lo negativo se aprende, de lo positivo hay riesgo de estancarnos y quedarnos conformes. Así que nos queda la responsabilidad de saber entender que no siempre hay que ser positivo ni siempre negativo. Que todo depende de cada situación.