Lo importante de esta semana que nos mostrará esquirlas y pistas, de este agosto que nos llegará sin duda, no va a ser quien saldrá elegido Presidente del Gobierno de España, si es que al final sale alguien, sino quien no debería serlo, que son todos. Para gobernar España, un país que no se nos olvide a nadie, importante en Europa e Iberoamérica, que debería haber conservado su peso en la zona de Oriente Medio y en todo el Mediterráneo, y que hoy es (somos) una mierdecica en medio de la nada, se necesitan más mimbres. En Aragón decimos rasmia y capacidad.
Ni Mariano, ni Alberto, ni Pedro ni Pablo deberían gobernar España. Por unos motivos o por otros, nadie tiene en estos momento la capacidad necesaria para hacerse respetar ante todos los españoles, y menos ante el mundo mundial. Mariano representa la política del siglo XX en todo su esplendor basurero. Pedro está quemado de fábrica y no representa ni a su partido, sirve escuchar a los mayores de edad que se dejan entrevistar. Alberto tiene unos tic nerviosos que no le aconsejan entrar en el gobierno de algo más grande que Cataluña. Y Pablo tienen antes que ordenar su casa, tener un equipo de responsables de responsabilidad, y unas buenas dosis vitamínicas de sentido común.
Jodido verano pues en el menos malo de los casos, es decir, si logramos hacer gobierno, además de flojo tendrá que solventar unos problemas que vienen crecidos. Europa está gripada, la crisis económica no remonta, el terrorismo repunta y el Mediterráneo no se calma. ¿Podemos estar contentos? Pues tendremos que estarlo, pues el optimismo es una buena medicación.