Me iba a la cama con otro atentado de tarde, esta vez en Munich, que asustada se comportaba como una ciudad en guerra, pidiendo a sus ciudadanos que no salieran a la calle mientras se suspendía el servicio de autobuses, metro y taxi. Vamos dando pistas en cada aprendizaje de los malos. No aprendemos o lo hacemos de forma muy lenta.
Luego y ya de noche nos dimos cuenta que no eran tres terroristas y volvió la normalidad —de momento— al ser un lobo solitario, un crío de 18 años de ascendencia iraní que tras matar a 10 personas se suicidó. Vuelve la religión a no entenderse entre humanos, a nublar mentes, a llevarse la violencia a su terreno. Seguimos enseñando muy mal la religión en los colegios. Seguimos estando todos muy nerviosos.
Europa tiene muchos problemas y lo sabe. Y pocas soluciones y también lo sabe. Un enorme reto de seguridad y de concepto europeo. ¿Qué queremos que sea Europa? Ya hay voces que escriben sobre la solución máxima, la de la expulsión como en tiempos de los Reyes Católicos y similares, y nos recuerdan siglos pasados que nunca fueron mejores pero que los traemos al saco de las idioteces para disimular nuestra incapacidad. Siempre tenemos soluciones máximas antes de soluciones con sentido común, cuando todavía es posible emplear en sentido común. Las emociones se nos comen la inteligencia.