El ejemplo más claro de que todo es posible en este mundo de cambio de sistema, es el del lugar que está ocupando Donald Trump en el mundo, en este 2016 atípico para todos. Trump nunca debería haber ocupado la candidatura a Presidente de los EEUU. En otros tiempos esto hubiera sido literalmente imposible pues la sociedad americana nunca hubiera elegido a un corto de vista política para presidir el mundo. Pero visto que Trump puede ser como Hitler en su momento, un Presidente Mundial, a uno le pueden entrar los miedos y los temblores desde todas las opciones posibles para acojonarse.
En política se puede pensar como se quiera, hay espacio para todas y todos. Pero con inteligencia de saber qué quieres y de qué forma esperas mejorar a tu propia sociedad. Este sería el término mínimo requerido para entender cualquier elección democrática por parte de los ciudadanos. Elegir para presidir los EEUU a una persona que alaba a su enemigo Rusia, resulta curioso y raro. Pero todo sería posible. El empobrecimiento político, acompañado del empobrecimiento social, está servido.
El “sistema” se ha pasado de frenada, ha desenchufado tanto a la sociedad, que ahora cualquier cosa es posible. El nivel mental de exigencia es cuando menos raro, el nivel de entender que la política es importante…, es simplemente nulo. Nos han ido convenciendo —más en España— que se puede prescindir de la política. Si se hubiera enterado de esto Franco, no se hubiera muerto, para ver los resultados de sus sistema educativo que impregna todo.
Deseamos prescindir de la política, antes de cambiarla. Es como si nuestro equipo de fútbol perdiera tres partidos seguidos y decidiéramos pegarle fuego. Hasta ahora o se cambiaba de jugadores o se mandaba a cascala al entrenador. Ahora es que queremos prohibir que se juegue al fútbol. Jodo. O poner al más tonto de portero, para que nos hagan gracia sus movimientos de caderas. Es lo que hay, hasta que decidamos cambiarlo. O lo decidan otros por nosotros.