Circulan rumores por Madrid —como en los años 80, Madrid vuelve a ser ciudad de rumores— de que esta próxima semana el Rey va a empezar a borbonear en serio. Borbonear suena a feo, a manipular, a intervenir desde la fontanería, pero no somos capaces de españoles de admitir que hay verbos que sirven para muchas acepciones.
Tener una monarquía supone gastarse los dineros en algo para algo. Los Estados deben tener “Jefes de Estado” separados del Jefe de Gobierno, pues de no ser así, en situaciones como estas nadie pone sentido común. O nadie pone más madera con mecha incluida, que de todo puede pasar.
Se dice en los mentideros, que son esos sitios donde si preguntas te dicen que es mentira, que el Rey va a llamar a gente. Y lo dejo aquí, “a gente” para dar ideas, para escuchar, para abrir caminos, para presionar, para saber por dónde moverse, movernos, mover a los incapaces. Dicen en esos mentideros donde te dicen que todo es mentira, que se quiere tocar a un independiente, que Italia es un ejemplo, que una República con Rey es una posibilidad.
El espectáculo de estos dos días ha sido de teatro bufo. Nadie de los asistentes se debió dar cuenta de que allí estaba España. Toda España. Y que las bromas, el sarcasmo, es una figura retórica y literaria incluso, pero en tiempos de normalidad. Que cuando aprieta la enfermedad al médico no le puedes ir con tonterías pues se mosquea. Las personas que viven en España, esos que todos llamamos españoles, queremos soluciones y menos bromas. Nos sobra la ironía, si esta no va acompañada de nuevas propuestas.
Se habló mucho de unos pocos problemas, se olvidaron muchos otros, pero no se puso luz sobre ninguna solución. Si estos, los 350, son los mejores para resolver, hay que disolver. Pero disolver para que vuelvan a entrar los mismos es una de las tonterías mayores que nos podemos imaginar. Por eso borbonear es un verbo a utilizar.
Cuando los sistemas que entre todos nos hemos dado no funcionan, hay algunos enfermos que terminan en manos de los curanderos, de los homeópatas, de las brujas o incluso de los curas. Creen en el sol, en el bicarbonato o en la zanahoria. E incluso dicen algunos que así han logrado curarse. Nunca se sabe dónde está el interruptor de la luz.