Tanto está agotando la política a todos, que ya son mayoría los políticos de izquierda que están quemados y sus ideas nacen fofas, bobas cuando no barrocas de escayola, infantiles cuando no ancianas con demencia. ¿Esta es la izquierda que puede parir España? ¿de verdad no es posible otra?
Ni socialistas ni podemistas, ni unidos ni mal avenidos, ni periféricos o nacionalistas mareados. La izquierda está acabada, cuando en realidad no podemos vivir sin ella. Es como si estuviera muerta, pero sin que nadie quiera certificar nada, pues la necesitamos como el pan de todos los días.
Yo soy de izquierdas, creo, y por eso estoy entre los muertos vivientes. Observo que unos se esconden, otros se callan y algunos deberían de leer a Baltasar Gracián antes de hacer el ridículo. La gente que desde la calle se creyó que él era de izquierdas, ahora ya no sabe de qué es, y mucho menos a quien elegir para volverse a equivocar. Si no hubiéramos entrado en la Unión Europea seríamos turcos y eso acojona un huevo.
El embrollo es muy sencillo, tanto que lo hemos ido jodiendo hasta convertirlo en esos puzzles a los que les faltan piezas y encima se nos han juntado con otros puzzles. Así es imposible. Entre el que corre despacito con cara listo, el que no sabe a quién hacer caso en su partido muy partido, el que habla de cal y en Madrid tiene una sopa y el que se hace amigo de todos con tal de ser vicepresidente, estamos en un follón de aupa. Vivimos en la Fiesta de Blas, donde todos parecemos salir con unas copitas de más.
Paremos el balón. Preguntémonos: ¿Quieres gobernar, chato? ¿sabes sumar? Pues busca que te cuadren los números que no son tantos. Son 176. ¿Que no es posible? Pues nada, advierte con urgencia que hay que ir a las terceras, pero pide por favor que voten los españoles otra cosa, pues si votan lo mismo saldrá lo mismo. Se trata de pedir perdón explicando.
No hay que volver a votar igual, por favor; si ir a unas terceras es jodido, ir a las cuartas o las quintas puede ser gracioso. Gracioso para todos menos para nosotros. Yo con sinceridad pensé —soy idiota perdido— que la semana pasada un tal Felipe iba a realizar movimientos de peones. Unas entrevistas saliendo en los medios, unas palabras de presión sin presionar, unos detalles de altura de miras, unos borboneadores sutiles. Pero nada de nada. La única que se ha movido tras la sesión de investidura de Mariano ha sido Rita. Jodo. Vaya tropa, como decía alguno.