La prepotencia lógica demostrada ayer en Madrid por el Partido Popular, es verdad que más visual que de palabra, nos lleva a repasar con calma la triste cara del señor que actúa de gerente del PSOE, en comparación con el tono de los grandes adalides de una derecha ganadora.
La izquierda debe reconstruirse y ayer mostraban los dos caminos claros que hay que repensar y tras elegir, tirar de ellos con músculo nuevo. Uno es estar triste pero estar. Y el otro es NO estar.
Javier Fernández en una mezcla de tristeza y duda, de preguntarse él mismo “qué puñetas hago yo aquí” escenifica perfectamente el papel del perdedor y el de la gran aseveración de que la izquierda española debe reinventarse. El paraguas de la chica madrileña, junto a las sonrisas descaradas de todos los del partido de la Gürtel añaden más claridad al diagnóstico.
No tenemos prisa, sobre todo porque el PP tiene para años. Así que ahora nos podemos permitir el lujo de discutir durante un quinquenio si son galgos o podencos, porque a la izquierda no le va a pasar nada. Nada que no sea desaparecer. El PP nos ofrece años y años de “su” tranquilidad, para que nos recompongamos. Eso sí, la sociedad que necesita a la izquierda, o se espabila y sabe elegir, o las va a pasar putas de verdad. Y eso sí, sin que se note. La derecha ya está aprendida —algo que desde la izquierda nunca supimos hacer— para jugar a gobernar en micro y en macro. En micro y siempre que pueda, para la sociedad de los de abajo. Y en macro y siempre que quiera o se lo pidan, para la sociedad de los de arriba.