Para cualquier sociedad es un gran fallo que se mueve hacia el “fallo” de las puertas sin cerraduras, que no exista un sistema propio y cercano en el que confiar y al que entregarse. Si esto sucede en un país, cualquier otra cosa peor puede suceder. Un sistema plural, pero un sistema asentado y tranquilo, que se sabe mover entre dos distancias relativamente cercanas.
Las sociedades siempre quieren vivir en el engaño —curiosamente admitido incluso con sonrisas de bondad— de que están siendo dirigidas. Ni bien, ni mal gestionadas. Simplemente dirigidas. Y siempre habrá una minoría que se rebele contra ese dirigismo, como es lógico y en un perfecto derecho de autodefensa y libertad.
Durante siglos era la religión pura quien dominaba con sus miedos a las sociedades, ahora en estos dos siglos últimos podría entenderse que ha sido la política, pero en realidad ha sido una mezcla de religión con economía.
—¡Confía en nosotros, que estamos haciendo lo único que se puede hacer!
Lo malo para esas sociedades tipo “rebaño” en su mayoría, es cuando ya no hay nada que sintamos emana con fé y que nos vigila, nos gobierna, nos cuida incluso. El momento en que no nos sentimos atados a algo paternal. Vuelven los miedos pues nadie hace de “padre” social.
En realidad y de forma triste, necesitamos ser sociedades paternalistas, que somos incapaces de vivir desde una organización formal libre, es decir sin organización que nos dirija.
Y lo triste es que debemos (necesitamos en el interior) admitir que la libertad total de la sociedad no es posible, ni incluso positiva. Y sé lo que quiero decir, aunque suene muy feo.
La libertad total y para todos, sin medida, sin miedos, sin manipulaciones exteriores, es imposible entenderla como algo positivo, aunque nos parezca todo lo contrario a una minoría. Es un retroceso en el concepto de seres humanos. ¿Ya me habéis llamado facha o algo peor? Tranquilos, esperar un poco.
Seguimos siendo animales y la bondad final es una meta imposible de alcanzar. Con esto juegan muy bien todos los procesos conservadores de ideas y sociedades. El miedo es en realidad la gran aliada de ellos. Y la violencia una herramienta más que se emplea o no se emplea. Depende.
La violencia se emplea como acelerante y/o como retardante, depende del momento y de las circunstancia, de quien la emplea y de cuando se utiliza. La violencia logra mover grandes miedos e inseguridades, y nos convierte a todos en deseosos con fervor hacia esas sociedades paternalistas, que tan bien saben vendernos la —su— seguridad.
—¡No hagas nada, nosotros te garantizamos la seguridad que necesitas!. Incluso la PAZ
Pero nunca nos dicen el precio de las cosas. Incluso diría más, a nosotros mismos tampoco nos interesa preguntar por el precio de las cosas.
Saben incluso personalizar la seguridad. Y logran que no te des cuenta de que en realidad eres una pieza manipulada. Diseña “tú” seguridad y disfrute de vida, y saben lograr que no te des cuenta de ello. No eres un simple objeto de “1984” pues si lo sospecharas, te rebelarías. No somos nosotros, yo y tú, los objetos. Es todo lo que nos encontramos montado alrededor lo que está diseñado para que nos podamos mover dentro de unos parámetros.
Somos libres, para movernos dentro de nuestra jaula. Y se trata de no ver los barrotes ni de imaginarnos el tamaño de la jaula.