Una persona con depresión es una persona enferma y con un gran trabajo para la familia que está a su lado, y a veces sin querer, se convierte en una carga complicada de entender y de llevar por el camino del cariño, de sus necesidades, de todo lo que nos pide.
Una persona con depresión, a veces, pide más de lo que se le puede dar, incluso lo que a veces pide, de dárselo, es contraproducente para los intereses de su mejoría.
Hay que mostrarles mucho cariño, mucho amor, pero eso no quiere decir que nos tengamos que plegar a todo lo que nos solicitan. Como familiares no es bueno caer en todos los estados en los que vaya cayendo la persona enferma, y que admitamos que llevarle la contrario es contraproducente. A veces llevarle la contraria es inevitable.
Los cuidadores debemos defendernos. Apoyarles y mucho, pero sin que la carga sea tan alta que se nos apoderen y caigamos nosotros en una situación complicada.
La paciencia es muy importante. Pero hay que fijar límites para que la relación funcione bien entre las dos partes.
Es posible que estos límites los tengamos que hablar con el profesional de medicina a solas. Nadie sabemos de todo y más admitiendo que cada persona absorbemos de una forma distinta a los que nos cuidan. La depresión no es nada sencillo de entender por parte de la familia y amigos.
El cansancio es muy normal entre las personas deprimidas, pero es muy negativo que ese mismo cansancio se contagie a los cuidadores. Atender a un familiar con depresión no se puede convertir en una carga agotadora, pues entonces la ayuda es negativa.
Muchas veces la persona que atiende a un enfermo de depresión necesita ayuda psicológica para no caer en la misma enfermedad.