Resulta muy complicado defender los barrios disgregados de las grandes ciudades, las urbanizaciones nuevas nacidas al amparo de un crecimiento urbano por necesidad de buscar nuevos espacios baratos, pues estos siempre resultan muy caros para la ciudad y sobre todo para sus nuevos habitantes.
Peor todavía es cuando el diseño de estos nuevos barrios se realizan siguiendo el modelo vertical para abaratar costes, en vez de realizarlos siguiendo el modelo anglosajón de ciudades horizontales. La única ventaja de estos nuevos crecimientos al margen de las ciudades consolidadas es precisamente el poder disponer de una vivienda con un diseño muy diferente, con más espacio propio y sobre todo rodeado de zonas verdes y a ser posible naturales.
Si caemos en el error de crear barrios alejados de la ciudad consolidada y además lo iniciamos en una zona grande por lo que los edificios se instalan picoteando en los espacios, sin servicios, con edificios verticales discontinuos, en zonas áridas y sin poder disfrutar de la naturaleza pisándola, estaremos cometiendo un gran error urbano y social.
Todos sus nuevos habitantes dependen del vehículo privado, no tienen servicios básicos hasta pasar al menos una década de su nacimiento como barrio, siempre que además no se caiga en periodos de recesión económica que retrasa los crecimientos, y lo curioso es que las bases de estos errores de construcción urbana ya se diagnosticaron hace más de 50 años, por conflictos mal resueltos en ciudades de los EEUU y Reino Unido, con barrios horizontales que no son tan equivocados como los verticales para la calidad vital.
En el caso de los barrios verticales estos errores se dieron en España en los años 80 y siguieron hasta bien comenzado el siglo XXI. Fueron y son las clásicas barriadas dormitorio que tan mal resultado han dado. ¿Nadie se leyó los manuales de los estudiantes de urbanismo y arquitectura de las universidades americanas de dos décadas antes de caer en la trampa?