El diseño de las ciudades guarda en muchas ocasiones unos trazados muy antiguos, creados para la defensa o basados en costumbres sociales que en nuevas civilizaciones resultan curiosas y complejas de entender.
La localidad de Longares, muy cerca de Zaragoza, conserva un trazado circular casi perfecto, de calles estrechas y sinuosas, callejones que no se terminan de comunicar, encerradas todas ellas en una calle más ancha que servía de amurallamiento exterior de la ciudad, creada para su mejor defensa. Las traseras de los edificios servían de muralla, y así se permitía tener pocas puertas de acceso al interior que además eran fácilmente cerradas.
Adentrarse por estas calles para conquistar la ciudad, podría ser en tiempos de infantería, una labor casi imposible. Solo cabía el Sitio lento que acabara por agotamiento y enfermedades con los sitiados, si no existía artillería o caballería en condiciones. Y si vemos también la indicación del edificio religioso, vemos que todo gira alrededor de la mezquita o de la iglesia, como núcleo central que hay que proteger más detenidamente.
Todo esto sumado al tipo de ciudad árabe que buscaba el aprovechamiento total de las zonas públicas para usos privados de crecimiento de los edificios, con patios interiores y casi nulas ventanas exteriores, podían convertir en aquellos siglos a las ciudades, en ratoneras para los forasteros que acudieran con malas intenciones.
Nota.: Imágenes de Google Earth
Nota.: Imágenes de Google Earth