Nadie nace sabiendo conversar con los demás de una forma maravillosa. Para hablar en grupo con un grupo, se necesitan conocer algunas técnicas simples que se aprenden imitando y aprendiendo mientras se practica. Veamos algunos detalles de este aprendizaje.
Si te quedas en blanco mientras hablas, no te preocupes. Dilo abiertamente que esto nos sucede a todos y demuestra normalidad.
Si te tienes que enfrentar a una conversación importante o complicada, prepárate antes algunas respuestas a las preguntas que pueden caer. Como si fuera un examen. Van a querer saber quién eres, qué quieres, qué haces. Así que tener preparadas unas respuestas tipo a estas preguntas, sobre todo sin son complejas, está muy bien.
Si te preguntan algo que requiere un par de segundo de análisis, repita la pregunta que te hacen como quien la remarca. Te dará tiempo para empezar la respuesta. —¿Dices que si practico la cocina? Ya lo creo, soy un buen asador de carnes.
No te preocupes en exceso por las conversaciones, nadie hace el ridículo, excepto que ya venga ridículo de antes. Dominar el arte de conversar supone equivocarse y aprender de ello. Nadie es perfecto.
Siempre hay temas muy recurrentes. Ten en el bolsillo unos cuantos para cuando llegue el silencio. Pero que no sean ni de política, religión o fútbol, si no conoces muy bien a los interlocutores. Los objetos que nos rodean son un buen filón. Hablar de la seguridad en la calle o los altos impuestos o los alimentos o de un restaurante o del estrés, son algunos ejemplos.
Intenta y sin parecer sabio, dar información que añade interés al tema que se habla. Si ves que los demás se ponen nerviosos o dejan de prestarse atención, cambia de tema…, les estás aburriendo o te has pasado de listo.
Si te pones nervioso ante un tema, por un silencio o una mala actuación, tranquilo, respira profundamente, ponto en modo “stand by”, calla durante unos momentos y escucha activamente a los demás.
No emplees palabras muy técnicas, muy rebuscadas, complejas o que te coloquen en situación de ser un prepotente. No intentes ser pedante, pues antes de lograrlo ya te habrán visto las intenciones.
Pregunta. Demuestra que te interesa el interlocutor y que lo valoras. —¿Donde vives? ¿Desde cuando trabajas en esto? ¿Has vivido en otras ciudades? ¿Conoces algún xxxxx? ¿Entiendes lo que está sucediendo en Egipto? ¿Es normal que el Real Zaragoza juegue tan mal?
Nunca hables por encima de la otra persona ni a la vez que ella. Calma, escucha y habla en los silencios. Y habla por igual a chicas y a chicos. No cometas la tontada antigua de diferencias interlocutores por sexos.