Podemos, como partido político, nos está entregando unas semanas que como muy bien dijo Pablo Iglesias: “…es la peor imagen que hemos dado en nuestra historia”. Es la clásica mala gestión de quien no sabe que hay que estar gestionando siempre. Las buenas ideas son sólo eso: buenas ideas; pero para poderlas poner en funcionamiento hace falta unos mecanismos de gestión que a veces no son bonitos.
Echenique es de los que en vez de gestionar desde la eficacia, sigue empleando las mismas redes sociales que critica para mandarnos recados a todos —también a los que observamos— con el hashtag de “ÍñigoAsíNo” aunque luego se haya esforzado en disimular e intentar explicarnos su motivación también desde las redes sociales, y en la que nos dice se sintió obligado a participar. Jopetas. Excesivo infantilismo. Excesiva obligación para un adulto.
En 2016 pudimos ver que Podemos era capaz de ascender y asentarse. Y observamos que además era capaz de descender y diluirse. Era capaz de pelearse, dividirse y poner cara de curiosidad, mientras mezclaba la cal con la historia mal leída. ¿Otra desilusión para España? ¿Volverá el desencanto?
El PSOE lo está pasando mal, incluso se podría decir que muy mal, pero tiene la suerte —pues es una suerte— que Podemos no esté demostrando madurez. Sobrevivir a costa de los errores de los demás es un mal remedio, pues los problemas de la sociedad siempre se quedan los últimos de la lista. Escuchamos hablar y leer mucho sobre todos los problemas que van generando el PSOE y Podemos. Pero absolutamente nada (o casi) de las soluciones e ideas para la nueva sociedad española.
¿Quién sale ganando ante esta realidad política? Pues efectivamente, el mediocre de Mariano. ¿Quién sale perdiendo? Pues además de toda la izquierda, sin duda los ciudadanos.