A veces pensamos que quien vota (quien elige con su voto) lo hace exclusivamente buscando sus intereses, sean de clase, económicos, de sus particularidades personales o laborales. Pero está muy demostrado que además de un gran número de personas que eligen según sus intereses, hay otro gran grupo de personas que eligen por su identidad. Aunque no sepan en profundidad a qué identidad están acercándose.
¿Quien soy, quien está más cerca de mí, quién representa mejor lo que yo pienso?
No siempre lo que yo pienso es lo mejor para mis intereses de ese momento. Pero eso soy yo. Que sumado a que “otros” son mis enemigos, hacen que cada uno nos posicionamos también por identidad.
Si preguntamos a todos los ciudadanos si ellos creen que van a seguir como están ahora y durante toda la vida, o si creen o aspiran a mejorar, nos dirían (casi) todos que no quieren seguir así, que ellos saben que mejorarán y mucho. Nadie es capaz de decirnos que él cree empeorar en el futuro, que bajará de clase social.
Un trabajador de los que se levantan a las 6 de la mañana no tiene siempre por qué votar a los que defienden a los trabajadores…, pues es posible que él se sienta un empresario con mala suerte, un “jefe” en preparación y donde los culpables de la actual situación no sean los empresarios sino los trabajadores. Sus intereses podrían parecer simples para votar a los grupos que creemos defienden su actual situación económica o laboral, pero él se siente pertenecer a un Grupo Social equivocado. Cree que está transitoriamente en su grupo social. Y de estos hay millones de personas.
Y para que no haya duda manipuladora, nos han creado la Clase Media, donde han querido incluirnos a todos, para que tengamos la posibilidad identitaria de ser “de los elegidos”, pues hay otros mucho peores. Se ha ampliado artificialmente la base de esta Clase Media, para hacernos creer que muchos somos “casi” ricos.
En todos estos casos, es su identidad y no sus intereses, los que le (nos) llevan a votar una cosa o la otra.
Identidad asentada por motivos económicos, laborales, de formación, religiosos, de grupo, culturales, etc. Identidad presente…, o identidad a la que se aspira.
Y por eso antes de presentar proyectos políticos, es fundamental elegir a qué parte de la sociedad te estás refiriendo, sobre qué parte de la sociedad quieres actuar con tus propuestas. Es imposible ofrecer ideas y planteamientos a toda la sociedad. Como es un gran error hacer planteamientos muy genéricos, pues estos estarán sin duda incluidos en otros programas de trabajo contrincantes, con el añadido de la personalización identitaria de esa otra ideología.
Ahora en España los conservadores han aprendido a sumar pinceladas sociales a sus proyectos. Algo que por cierto no es bien abrazado por todos los conservadores del PP. Pero sirve para atraer más indecisos. Y para restar votos a los que desde esas mismas ideologías se ven obligados a dar pinceladas conservadoras a sus proyectos. Se mezclan las identidades, para ir a la caza.
A su vez la izquierda está perdido de identidad, no sabe qué es y por ello no sabe a quien transmitir, no logra identificar hacia quien debe dirigirse. Y lo que es peor, al haber diferentes izquierdas, cada una está optando por dirigirse a una identidad social y personal diferente, lo que complica aún más las decisiones de estas personas.
La izquierda sí sabe qué hay que hacer. No hay duda de eso. Incluso las posiblemente cuatro o cinco formas diferentes de ver la izquierda coinciden en qué hay que hacer, con matices superables. Pero como cada una de ellas quiere asentarse en su espacio social e identitario, no admite acuerdos que sirvan para clarificar su identidad. Aspirar al barullo para lograr coger más trozo sin tener que aclarar en qué identidad se diferencian.
Ya sé que para Podemos o el PSOE esto es una tontería. Ellos saben perfectamente diferenciarse de la identidad del PSOE o de Podemos por poner un ejemplo fácil. Pero no se trata de ellos, que lo pueden tener muy claro en Podemos, IU, PSOE, CHA, AntiCapitalistas o comunistas de libro. Lo único que importa es cómo de claro lo tienen en la sociedad…, las personas.
¿Con quien me identifico más, una vez que se han radicalizado las identidades de Podemos, IU o el PSOE? ¿Soy más parecido en identidad a los comunistas, a los socialdemócratas, a los antisistema, a los liberales sociales, a las Terceras Vías?
Y lo que es más grave pues complica mucho más la decisión de la sociedad ¿Sabemos diferenciar a un comunista de un anarquista, a un socialdemócrata de un liberal social, sabemos qué es la Tercera Vía? No me lo pregunto yo, lo pregunto hacia la respuesta de esa sociedad que no tiene la formación pedagógico y política para entender la diferencia entre populismo de izquierdas y derechas, entre Peronismo y Falange, entre el comunismo de Engels, de Morelly, de Carrillo, de Trotsky, de Mao, de Berlinguer. O sobre el comunismo teórico (ya no el práctico) de China, de Italia, Rusia, Cuba o Checoslovaquia.
Y como la sociedad española no entiende ni le importan esas diferenciaciones, vota por sentimientos, por creencias teóricas donde la imagen tiene mucho que decir. La imagen y el uso que los medios de comunicación saben y quieren transmitir. Así que mucho cuidado, pues en vez de enseñarnos las diferencias reales, nos están enseñando las diferencias entre las formas del peinado, el tipo de jersey o las simpatías a la hora de hablar.