Si eres de izquierdas, no sigas leyendo. Es un consejo

Advierto con el título, para no pillar a nadie de izquierdas desprovisto en defensas naturales. Lo que a continuación intento explicar no es literatura ficción, sino apuntes del natural tras una tarde charrando con un ciudadano de extrema derecha. Ya te advertí, querido lector de qué iba a tratar esta entrada y que el tema podría ser duro.

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Para poner en situación, estamos hablando de una persona sesentona, trabajadora por cuenta ajena desde los 14 años, con grandes dificultades en los últimos 10 años para mantener el puesto de trabajo, con hijos, simpático, apático en políticas sociales y que no intervienen para nada en política. Su nivel de inteligencia es entre medio y alto aunque falla en inteligencia emocional e incluso en ser listo, no tiene estudios superiores pero su formación profesional es muy alta y en algunos temas laborales es un reconocido profesional. Es de extrema derecha sin saberlo bien. Nivel de vida normal para un trabajador.

Se levanta todos los días a las 7 de la mañana, no puede comer en casa y vuelve a las 8 de la tarde. Es decir, sin ningún privilegio. Es trabajador de bata. Las palabras duras no son mías, sino fruto de recopilarlas tras su conversación. Lo siento, pero hay que trasladarlas como un ejemplo de forma de pensar.

Como hombre es un homófobo aunque está totalmente en contra de la violencia contra la mujer lo cual no es incompatible y menos mal, racista contra el Este de Europa, América del Sur, China y África (racista contra los pobres), nada integrador y su mensaje es brutal.

Prefiere una guerra (de verdad y razonada) para resolver la actual situación que según él es insoportable, pues como trabajador tiene que llevar la mochila de varios moros sobre sus espaldas y media docena de jubilados “sujetaobras”.

Sobra gente y antes esto se resolvía con una guerra y punto. Los jubilados además de ir a la obra a criticar, están todo el día en el bar jugando a la baraja o haciendo trabajos manuales como los niños.

La izquierda es un conjunto de  mierda enmedio, vagos, incapaces, inútiles y en el mejor de los casos “un grupo de buenistas”. Personas que creemos que con hacer el bien, estamos realmente haciendo lo correcto para toda la sociedad, sin darnos cuenta de que se están riendo de nosotros.

Los sindicatos hace dos décadas que no cumplen su función, no se ocupan más que de recibir subvenciones para no trabajar y estar acomodados, y para ocuparse de los funcionarios y los trabajadores de empresas grandes que están asentados en ellas. Se olvidan de los trabajadores de las pequeñas empresas, de los desempleados y de los trabajadores que terminan trabajando dentro de las grandes empresas pero con contratos nuevos de basura. Nunca van por las zonas rurales, fuera de las grandes capitales, y solo salen a la calle en cuatro días que tienen que hacer manifestaciones para demostrar que existen.

Admite que los empresarios son unos ladrones y unos jetas, pero porque se ven obligados a ser así, pues la corrupción es total en todos los ámbitos. Nadie trabaja, y los pocos que lo hacen como él, tienen que soportar a una docena de imbéciles. Odia a los catalanes y vascos, nunca viaja a esas zonas de España, no es franquista aunque considera que debería haber hombres (uff!, sí hombres) que supieran enderezar la situación.

No vota (de momento), no tiene vicios, cree que somos todos unos idiotas por no ver a la situación hacia la que nos han llevado las invasiones que tenemos en una guerra moderna donde ya no se emplean grandes armas, cree que en cualquier momento el terrorismo islámico atacará brutalmente contra todas las instituciones empezando por España pues la quieren reconquistar.

Piensa que ayudamos a los inmigrantes en un exceso brutal, que les damos dinero para que se lo gastan en tonterías, que les damos vivienda y se la quitamos a los españoles, que les ayudamos con abogados pagados por todos para que nos ataquen constantemente. Que en nuestras calles hay nidos de terroristas que se ayudan entre ellos, en el Rastro de Zaragoza por poner un ejemplo, que lo sabemos tanto los políticos como los policías, y no hacemos nada por “buenismo”.

Quiere más policía, no quiere más leyes sino menos jueces y más poder para la policía. Cree en la pena de muerte, debería haber más cárceles, en los hospitales hay que pagar, no se debe ayudar en la sanidad a los jubilados con excesivas ayudas en medicamentos, no es religioso ni nunca lo ha sido, considera que el nivel medio de la sociedad es muy bajo, está discutido con más de medio mundo y sus razonamientos están bien estructurados para su forma de pensar.

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¿Qué he intentado con estas líneas? Sin duda explicar lo que ya todos sabemos o intuimos. Hay una extrema derecha escondida, callada, superior en número a la que sale en los papeles, que aplaudirán con las orejas ciertas medidas que nos parecen brutales. Nada es nuevo, excepto la mezcla del personaje a través de su fotografía social con la recopilación de sus ideas. Es una constatación del siglo XXI que el caldo de cultivo que hubo en Alemania en los años 30 y 40 del anterior siglo, es una respuesta posible entre cierto grado de sociedad que crece y se multiplica. Retratar a una parte de la sociedad muy primitiva en su inteligencia social y emocional, que solo es capaz de encontrar explicaciones desde el simplismo social.Y dentro de ese simplismo se aloja la violencia al menos verbal.