Este señor vino a Zaragoza unas horas desde África, a dejarnos su imagen y sus músicas. No tengo idea de si sabía donde estaba Zaragoza, España o la calle en donde aterrizó desde un autobús junto a sus compañeros.
Muchos en la vida, hemos aterrizado en plazas curiosas y extrañas que ya nunca volveremos a pisar. Incluso muchos de nosotros las recordamos en una imagen interior, por si alguna vez podemos volver, que siempre deseamos, por recordar tiempos pasados.
Yo tengo guardado en mi memoria un pequeño parque plaza en Kiel (Alemania) como si lo estuviera observando ahora mismo. Estuve unos minutos, pero se me quedó dentro. Debió ser el frío de 12 bajo cero, que no me parecía frío comparado con el de enero en Zaragoza con cierzo.
O igual fue la solución que le habían dado a los árboles elevándose del césped rodeandolos con piedras y adoquines. O un avión alemán de la II Guerra Mundial junto a una iglesia destruida en la misma plaza que ahora no encuentro en Google.
O sus enormes cantidades de zonas verdes y árboles rodeando las casas, pelados de hojas pero demostrando que se puede vivir en una ciudad donde hay más metros de zonas verdes que de asfalto.