La muñeca que cuidada de la anciana

Ayer tuve la posibilidad de contemplarme en el rostro de una anciana. Quizás suene paradójico, pero así es. Ella, estaba esperando ser atendida en un centro sanitario, iba acompañada por su nieta.

La señora llevaba en sus brazos, bien arropada, una muñeca. E insistía en que la muñeca no debía pasar frío, en la calle estaba helando.Era como esa niña que lleva un muñeco envuelto en una mantita en un carrito, y se preocupa por él, aprendiendo a ser mamá cuando sea mayor.

La anciana una vez se detuvo a mirar a su nieta y después a su muñeca y le dijo, os parecéis mucho. Yo creo que por eso os quiero a las dos. Tú me cuidas a mí, y yo la cuido a ella para que se haga mayor.

¿Por qué me vi en aquella señora?…, porque yo fui niña que jugaba con muñecas, porque tengo despierto ese instinto materno, y porque espero algún día llegar con salud a ser una anciana tan feliz e inocente como una niña de tres años.
 
Hay que cuidar a nuestros mayores, asumir sus achaques, sus cambios, su retroceso, y cuidarlos como niños tiernos aunque su piel esté arrugada y su cuerpo lleno de experiencias.
 
Laura Puente