No es fácil encontrar espacios de reflexión política y social, dentro de los propios partidos políticos. Es como si la gestión les ocupara todo su músculo, y entendieran que la reflexión, el análisis, no tuviera que formar parte sustancial de los proyectos políticos. ¿Quien se dedica a pensar dentro de los partidos?
Es verdad que las Fundaciones políticas tiene asignado ese papel con más exclusividad. Como lo es que las Fundaciones son simples cementerios para aparcar moribundos. Si cualquier organización la convertimos en una simple gestora de contenidos, veremos siempre que se tiene que mover según les mueva el día a día, y que se dejan en el camino toda posibilidad de ir diseñando el futuro.
La política es también, y casi sobre todo, la acción de mejorar la vida de las personas empleando las circunstancias de cada momento. Pero desde una óptica identitaria e ideológica, que no puede ser una base de cemento armado. Todo se mueve, incluidos los problemas, y por ello también deben moverse las soluciones.
La respuesta a este asunto es siempre la misma. Se niega la mayor, se dice que al revés, toda la organización debate y reflexiona, que incluso hay cargos orgánicos con nombres rimbombantes que se dedican a canalizar esas reflexiones. Es falso, y lo peor que nos puede parecer es creernos que es cierto.
La derecha no necesita reflexionar pues ya viene reflexionada de la escuela conservadora. Ellos quieren y deben “conservar” los conceptos clásicos de orden y justicia, de trabajo y paternalismo. Sus reflexiones son más sobre los momentos, que sobre las ideas.
Pero la izquierda socialdemócrata y más en tiempos de turbulencias donde se pierde el norte de las soluciones, sí debe reflexionar casi constantemente para intentar salir de las trampas, que todos los mecanismos de poder económicos tienden sobre la sociedad para doblegarla. La izquierda más comunista tampoco tendría que reflexionar, excepto en la parte de cómo alcanzar el poder.
Los partidos políticos deberían cuidar más su parte de reflexión, de análisis, de ideas, incluso de política irreal, a costa sin duda pues la suma de esfuerzos es la que se puede, de una gestión que a veces se torna absurda y llena de conceptos sisados a los técnicos y a los administradores. Lo importante no es gestionar bien desde la política, lo importante es idear bien la gestión desde la política. Hay que construir ideas, proyectos, antes de continuar fabricando adobes. Si no sabemos antes para qué pared, ¿porqué los gestionamos y fabricamos?