Tenía el otro día una reunión técnica con cuatro profesionales de la sociología, la geografía y el urbanismo. Nada especial que relatar, excepto que en realidad era una empresa pública que crea ideas y cambios para las ciudades. Y aquí lo dejo. Una reunión muy interesante donde les solicité unos informes. Todo perfecto, pues su labor es imprescindible, y eso es lo que vengo a contaros ahora.
En realidad, aunque toda persona tiene un signo político detrás, eran técnicos, tres señoras y un señor, y sus trabajos se rigen por criterios técnicos, pues además de tocarles trabajar con diferentes colores políticos, se deben precisamente a los que los contratan y no deben marcar tendencias. Lógico.
Es decir, sus criterios a la hora de plantear trabajos y análisis urbanos, son técnicos por encima de todo. Y se basan en recopilar mucha información; en la conversión de todas estas ideas y proyectos que se van moviendo al son de las necesidades por todo el mundo, y adaptándolas a las realidades de tu propio espacio geográfico; y hacer posible los cambios desde la viabilidad económica y social.
De alguno forma son los que descubren los caminos, los que plantean las ideas al debate, los que presentan los proyectos de cambios, de transformación. ¿Y los políticos que hacen?
Esta pregunta es la curiosidad que me ha llevado a estas líneas. El poder realmente lo ostentan ellos, aunque no se diga. Los políticos deciden. Pero sobre los criterios que se les presenta. Quien marca los criterios de cambios, porque los sacan sobre la mesa, los hacen visibles y los convierten en digeribles son los técnicos.
Cuando desde la sociedad criticamos el número de técnicos que acompañan a los políticos, demuestran no estar al corriente de la realidad. Los técnicos pueden ser amigos de su amo, pero entonces ya no son técnicos, son simplemente amigos de su amo. Para cualquier trabajo serio y válido en política, deben existir detrás un gran equipo de buenos técnicos que no sean amigos a ser posible, para poderles decir NO con más facilidad. Pero con los que se debe tener una relación de respeto, que supere al de la eficacia.
Un grupo de políticos sin un grupo de técnicos no es nada. Un grupo de técnicos, sin un grupo de políticos que se responsabilicen, tampoco.