Es muy posible que la socialdemocracia, la izquierda posibilista, esté atravesando el pasillo del hospital de crónicos graves. Y además de ser mayores, lo malo es que nos sentimos viejos, incluso desubicados, obsoletos, incapaces e innecesarios. Nos preguntamos qué pasa y no nos atrevemos a respondernos, pues sentimos que los culpables somos nosotros.
Otra vez la famosa “comunicación”. Pero es que entre lo que se hace, lo que se puede hacer, lo que se promete y nunca se hará, lo que se dice de una forma queriendo decirlo de otra para que no se note lo que en realidad queremos decir…, solo media la famosa comunicación. Muy estudiada, muy de libro, basada en mecanismos conocidos por todos. Son las reglas, estúpidos, y son iguales para todos.
¿Hemos sabido explicar a la sociedad que nosotros también tenemos soluciones?
¿Acaso les hemos hecho un diagnóstico tan siquiera de la actual situación?
¿Sabemos qué problemas reales de seguridad personal tiene cada miembro de la sociedad?
¿Les decimos de alguna forma que nos hemos dado cuenta de sus miedos?
¿Les hemos planteado al menos media docena de soluciones a medio y largo plazo para la actual situación de la sociedad?
¿Hemos tenido empatía con la sociedad que creíamos representar?
Las personas, cansadas y heridas, asustadas incluso, preocupadas en todos los casos, están escuchando unos cantos de sirena…, simplemente porque no hay otros. Estamos callados, no hablamos para que marcamos nuestras diferencias y heridas, somos incapaces de tener incluso asertividad para creer en nosotros mismos, respetando las diferencias con todos.
Escuchando los discursos mundiales de esta semana, tenemos que admitir que nos han robado las palabras, las frases, las ideas, y las han pintado de su propio color, para engañar. Pero no es que la sociedad sea tonta y se deje engañar, es que nosotros no nos hemos puesto ni a comprar la pintura. Mientras sólo hay un color de discurso, sólo es posible comprar un discurso.