Si has alcanzado el éxito en la vida, deberías entender con claridad que cagar en un trono así tiene su punto. Imagínate, sentado, rodeado de maderas nobles que no nacieron para sujetar culos, y tú allí, preparándote para lo mejor de ese momento. Vaciarte desde el lujo.
No me quedó muy claro si la ranura de la tapa es para meter la mano y levantarla, o meter el ano y acertar para no manchar. No viví en aquellos años. Pero mola. Tiene diseño. ¿Y..., a donde irá a parar?
Ahora está desconectado el don de sentarse. Ya no es posible usarlo. Ahora todo es más blanco e impersonal. Incluso en cagar hemos perdido dignidad y derechos. Si eras rico de siempre, se entiende. Los pobres siempre cagábamos entre las gallinas.