Tenemos una cierta costumbre en España, de resolver los problemas políticos en los juzgados, donde menos se puede hablar y escuchar, y donde más se toman decisiones sin tener en cuenta ni los momentos ni las circunstancias. Ni el futuro que viene tras las sentencias. Con Cataluña va a suceder lo mismo y lo volveremos a pagar y a penar, durante años y a plazos.
No tiene ningún sentido que no hayamos sido capaces desde ninguna acera, de saber encontrar un diálogo mínimo ante el problema catalán. Hay muchos que piensan que no es un problema, sino un reto, un desafío, y que estos conceptos difieren mucho de los planteamientos y de las soluciones reales de Cataluña en este devenir hacia la independencia. Pagaremos a plazos la sentencia, y la pagaremos cara.
Yo NO estoy a favor de la independencia de Cataluña. Incluso creo que es imposible independizarse en el siglo XXI de nada ni de nadie. Si acaso cambiar de dependencia. No quieren tanto independizarse de España como de los españoles. Es una de estas situaciones claras que se dan en los colegios entre niños. Al más débil se le han hinchado los bemoles y se quiere enfrentar contra el fuerte, aunque sepan que va a perder. Pero ganará en respeto.
A los políticos, además de juzgarlos por las posibles malversaciones de dinericos, deberíamos exigirles como en cualquier empresa, resultados y productividades positivas. Nos hemos acostumbrado a censurarlos si se gastan en un viaje 300 euros, pero somos incapaces de darnos cuenta de los millones que se pierden con algunas de sus decisiones. Así España e incluso Cataluña, van al desastre.