Hay artículos de opinión que producen dolor y rabia, textos tan sencillos de entender que no comprendemos como siguen existiendo sus causas. Comienza Soledad Gallego-Díaz su artículo del domingo en El País, con estas líneas:
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Este país no recuperará un mínimo nivel de decencia hasta que el Congreso sea capaz de crear una comisión de investigación seria, y todo lo razonablemente rápida que pueda ser, para ofrecer a los ciudadanos una información exacta, comprensible y exhaustiva sobre la crisis de las entidades financieras, la actuación de los responsables del Banco de España, y del Ministerio de Economía de durante ese periodo, y el coste que todo ello supondrá para estas y las próximas generaciones de ciudadanos. Han pasado nueve años desde que empezó la crisis y la vergüenza debería impedirnos mirarnos a la cara.
¿Qué país es este, si no somos capaces de lograr que el Congreso averigüe las razones por las que hemos tenido que comprometer recursos mínimos por valor de 122.000 millones de euros, según el Tribunal de Cuentas, de los que 60.000 se dan ya por perdidos?
Si esa comisión hubiera existido, quizás ya hubiéramos sabido, nosotros y los inspectores del Banco de España, qué demonios significaron las instrucciones de la dirección general de Supervisión del banco, que reveló extraordinariamente Ernesto Ekaizer en este periódico.
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No es fácil seguir leyendo, pues nos lleva a un país complicado de admitir, de comparar con esa democracia a la que aspirábamos todos cuando en los años 70 nos creímos de verdad que la limpieza era posible. ¿Hacia dónde vamos, si seguimos teniendo miedos mayores en limpiar la propia casa de ladrones, jetas e incapaces? España necesita seriedad, y ganas de trabajar todos por las soluciones. pero para eso la credibildiad es fundamental.