Cuando Zapatero dió a media mañana aquel discurso de mayo del 2010, donde nos restregó por toda la cara la crisis económica que ya había venido para quedarse, y que él mismo negaba hasta no poder más en los días anteriores, discurso con todo su virulencia y dramatismo del que sabíamos no se iba a salir indemne…, yo estaba dentro de mi coche escuchando y admitiendo que había ganado mi pesimismo anterior. El coche estaba quieto mientras yo escuchaba sus medidas. No podía pensar que siete años después seguiríamos la mayoría en la misma situación y que nuestros hijos iban a heredar aquellos desmanes.
Han pasado siete años de aquellas duras palabras en el Congreso, seguimos inmersos en la misma crisis que nadie sospechó en el 2007, al menos que duraría una década…, y aunque ahora algunos dicen que ya estamos saliendo, la verdad es que siendo esto posible, solo algunos salen mientras otros se entierran más y más.
Nadie fuimos capaces de predecir la actual situación tan larga en el tiempo en el 2005, pero sí muchos los que advertimos que aquellas veleidades económicas con la vivienda, con los dineros, con la globalización descontrolada, con los créditos alegres, con creernos los más ricos de Europa, los íbamos a pagar caros. Y para comprobarlo están las hemerotecas digitales.
Ahora dudo y mucho sobre si seguir escribiendo de la crisis, de la mala situación de la sociedad, sobre el futuro y sus posibles rectificaciones…, o si no sería mejor esconderme y hablar de arte o de cocina tailandesa. Son tantos los errores garrafales provocados por los listos de turno, contra los que nos muchas veces nosotros mismos nos disfrazamos de tontos de libro, excesivas veces por miedo o por incapacidad…, que uno ya no sabe si tal vez, incluso el silencio, sea una buena herramienta para salir de esta.
Dudar es un ejercicio falso, si es excesivo en el tiempo. hay que dudar para elegir, pero no para anquilosarse.