Estaba hoy en una reunión con unas 30 personas más, todas de muy distintas sensibilidades que ocupaban todos los segmentos identitarios, por edad, sensibilidad social, y un único elemento de unión. Su trabajo por los barrios, por la sociedad, aunque desde distintas ópticas.
Casi han acabado en las manos media docena de ellos.
Nos tienen pillados con el discurso construido para desviar nuestra atención básica y más necesaria. Los que tenemos que trabajar como obreros para otros, lo estamos pasando mal o muy mal, a costa de los dueños de los trabajos, que están aprendiendo a defenderse entre bien y muy bien. Pero no era ese el tema de la discusión fuerte y dura.
Curiosamente ha sido el de la inmatriculaciones, la religión, las iglesias que desde Zaragoza se quieren recuperar como edificios públicos y no privados tras el auténtico fiasco que supuso la apropiación por parte de la iglesia de los bienes utilizados por ella desde siempre, pero no de su propiedad por ser de titularidad pública aunque no matriculados en el Registro de la Propiedad y que la iglesia supo matricular a su nombre en el año 1987. Vuelve pero al revés el Mendizabal de turno, a corregir legados.
Lo que solicita el Ayuntamiento de Zaragoza y que ha supuesto el enfrentamiento de los asistentes a la reunión de trabajo que comento, es la nulidad de estas inmatriculaciones de 1987, "con el fin de que estos templos sean de dominio público, patrimonio de todos los zaragozanos y aragoneses". El Ayuntamiento con este procedimiento "no entra a valorar el uso religioso ni carácter litúrgico de los bienes, así como tampoco se enfrenta, de modo alguno, a la libertad de culto".
Pero es un tema que sin duda pone los pelos de punta a laicos, religiosos confesionales y gentes tranquilas que creen ver un problema de bolcheviques que traerán la orde roja y el desvarío. Mientras todos caemos en la trampa de la religión, nadie se ocupa de lo que realmente es importante, defenderse de los abusos de los poderosos que controlan el poder desde sus escondites.
Hemos topado con la trampa de la religión, como en la Edad Media, cuando no existía ni el F.C. Barcelona ni el Real Madrid. No aprenderemos.