Las sociedades desde tiempos prehistóricos, han necesitado y han poseído (de poseer) a otras personas como esclavos o criados. También en el siglo XXI, aunque ahora se disimule en algunas sociedades. Una parte de la sociedad, muchos siglos antes de que se inventara el capitalismo como filosofía económica de dominar los sistemas sociales, ya había creado las clases sociales, para colocarse ellos en la más alta.
A veces es cuestión de dinero, otras veces de poder, de miedo, de inteligencia social para medrar, de poseer alguna cualidad real o inventada que haga pensar a los demás que eres especial, diferente y más poderoso.
En este grabado de hace casi 200 años y del artista Leonardo Alenza, vemos a los aguadores, personas que simplemente se dedicaban a recoger agua potable de las fuentes de su ciudad para transportarlas hasta las casas.
Como siempre han existido clases sociales y también necesidad, estos aguadores se dividían en varias clases. Los había que se dedicaban a vender el agua casa por casa, por las calles, mientras que otros eran aguadores fijos de ciertas familias a las que les llevaban el agua que necesitaban como un trabajo más. Vendedores al por menor, vendedores al por mayor, vendedores particulares, vendedores subcontratos.
Criados de otros criados, o criados de gentes que los empleaban durante todo el día para más menesteres que traer el agua potable.
En el siglo XXI es lo mismo, pero tal vez algo más disfrazado para que no parezca lo mismo. Sobre todo para que quien ejerce de aguador no se sienta criado de nadie. Un criado es el que cría. No tanto el que amamanta, que también, pero en muchos casos los criados no dan de mamar (leche) en el sentido exacto de la palabra, sino dan de mamar beneficios, dineros, poder, que saben administrar y muy bien los que poseen criados. Crían y alimentan ese poder del “poderoso” a costa de ver cubiertas sus necesidades básicas. Entre ellas el consumismo inventado por los que tienen criados.