Ayer la “Madre de todas las bombas”, la bomba gruesa y mayor, se supone también que la más cara de todas, la mandaron hacia Afganistán a su trabajo, que es matar y destruir. Tras los 59 Tomahawk que no lograron destrozar un aeropuerto, los gases químicos que mataron niños, los juegos de niño de un tal Kim y las equivocaciones que sirven para bombardear civiles, una se da cuenta que este juego se nos está yendo de las manos.
La GBU-43 (MOAB para los amigos), que la es madre, debe ser la hostia, una bomba lanzada desde un avión MC-130, operado por las Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea, que además puede ser verde o naranja, para despistar a los que vigilan la nada.
Así que esto complica el trabajo del niño Kim que ahora tendrá que demostrar que ellos la tienen más grande. Uno que de esto tampoco sabe nada, intuye que si la bomba naranja se llama GBU-43 es porque antes hubo una 42 e incluso una 34. La duda es qué apellido le pondremos a las 44, si la 43 es ya la madre de todas ellas.
Como es fin de semana de la Santa, no sabemos qué opinará Kim de la bomba naranja, ni qué destrozo real envuelto en mentiras, habrá logrado esta GBU-43. Nos imaginamos que mucho. Aunque a poco que leamos sobre guerras estamos otra vez convencidos que sin infantería no hay nada que hacer, que no sea mandar al “Padre de todas las bombas”. Acojonado me he quedado con pensan en el Padre.