No es fácil ser más tontos que España en algunas modas absurdas que nos pillan con algún bobo mandando en donde se decide. Lo curioso es que muchas veces se decide con dinero público, es decir también mío, y además de hacer el ridículo, nos sirve de chanza y risas durante unos días, aunque muy caras, eso también hay que decirlo.
Nuestra actuación en ese Festival 2017 de Eurovisión caduco, pero al que acudimos como país desde la TVE de todos, con la selección con trampas de un representante más que justo, al que hemos destrozado su carrera en una sola actuación, ha sido además de penosa digna de analizar por algún psiquiatra estatal de los buenos.
Un país gobernado por la derecha rancia manda a una festival internacional una canción en inglés a la que a última hora le metieron con calzador unas frases en castellano.
¿Alguien se imagina lo que se hubiera montado si este Manel hubiera cantada en vasco o aragonés?
Quien haya elegido la canción idiota, al cantante de ducha mañanera, la escenografía de los años 70 y la vestimenta de Benidorm, por favor, que cambien de oficio. Y que aprendan de Portugal.