El sentido común lo vamos destruyendo poco a poco desde la niñez para formar personas muy capaces en lo laboral, pero menos capacitados para la contemplación, el arte o el sentido real de la vida. Pensar no siempre está bien, depende de para quién y sobre qué. Con los años, ya no nos prohiben pensar sobre todo, simplemente es que nos hemos agotado de pensar sobre lo que no sirve para nada.
El profesor le puso "B"…, creemos que era B de bien