El triunfo amargo de Theresa May en Reino Unido no le imposibilita (previsiblemente) para seguir gobernando, aunque hoy se le pida su dimisión por su torpeza política que se une a esa falta de carisma que se entiende de diferente manera en Londres que en Madrid.
El problema es otro y bien distinto. Nadie sabe con claridad cuál es el camino para salirse de Europa, ni ella y su partido ni los ingleses o los europeos. O al menos nadie sabe cual es el camino menos malo. No tanto por ser novedoso el proceso, como por las consecuencias posteriores que puede llevar un proceso sin planificar, sino basado en el enfrentamiento entre las dos partes.
Y este problema sería idéntico gobernaran unos u otros. Es imposible lograr un proceso que no sirva (o sea utilizado) de copia para posteriores procesos en cualquier lugar de Europa, aunque viendo el resultado del partido nacionalista escocés, debemos sopesar que el recorrido de las nacionalismos separatistas a veces son moda de unos años, de unas décadas, pero no de unos siglos. No tiene nada que ver ser nacionalista, con ser separatista, para bien y para mal. Aunque si se vota separatismo, sea ya para toda una historia.
Jeremy Corbyn no debe estar contento, pues aunque haya subido sus posibilidades, y eso es un éxito importante, viniendo de donde venía, no ha logrado por poco un espacio de palanca para provocar unas segundas elecciones en pocos meses. El socialismo ha dejado en el camino a muchos desencantados y eso será complicado de levantar. Sea en España, Reino Unido o Europa en general.
Se necesitan nuevos planteamientos ideológicos desde la economía social, desde la justicia hacia las personas que más necesitan ser atendidas. La desclasificación del trabajo como un bien suficiente nos obliga a repensar la izquierda, la entrada en la indignidad laboral en muchos casos, con variables muy diversas de las que nadie está libre de caer, hace que se tengan que producir análisis sociales, que replanteen toda la política social de izquierdas, o el abandono de la sociedad será cada vez mçás patente.