Hoy he visto en una televisión americana un programa super sencillo. Os lo cuento por eso. En una mesa, dos periodistas y seis actores y directores de cine muy conocidos iban respondiendo sobre temas muy fáciles, banales incluso, sobre su vida de niños o sobre sus inicios laborales o sobre sus miedos, que tan solo sus respuestas la daban valor al programa. Las preguntas eran meras introducciones.
Era subtitulado, claro. Y era positivo y sonriente, calmado y entre amigos.
Me he preguntado si yo era normal, viendo como espectador, aquella calma que aprecio gris. Me pregunté si ver aquello…, era de una persona normal, pues allí no parecía suceder nada.
Eran respuestas interesantes pero sin gritos, nadie se odiaba, nadia cumplía el papel de malo, nadie quedaba derrotado. En gris, sin cambios de cámara rápidos, sin música, simplemente hablando los protagonistas y ligeramente interviniendo los dos presentadores para guiar.
Era un programa actual, de este mes, y me dije a mí mismo que ellos nos siguen enseñando a mover las cámaras, a realizar ficción, a poner los focos y los difusores, pero nosotros no queremos aprender. Aquí en España media hora de un programa calmado sería un fracaso, es un fracaso. Y eso que aquí ponemos músicas, colores y estridencias. O tal vez por eso.