Me da la sensación de que no estamos entendiendo nada de Cataluña, y es una pena, pues así no seremos capaces de encontrar soluciones. El “contra peor, mejor” que se quiere practicar desde Madrid ayuda a los independentistas a creer que se les odia y de que no hay más solución que la independencia.
Suena chulo intentar colapsar la financiación, pero eso no nos lleva a ningún lugar. Otro motivo más para que sientan la necesidad de salir de esta relación que a los catalanes, cada vez mas, les parece tóxica. Cuando a una sociedad de siete millones de personas se les intenta bloquear sus razones, suelen buscarse más razones para compensar.
Tampoco soy partidario de darles manga ancha ni de prometerles cancelaciones de deuda, son promesas absurdas que crearían más problemas. Pero tratarlos como a unos apestados, os puedo asegurar que supone no conocerlos. La mayoría NO quiere la independencia, por miedo, pero muchos de esa mayoría prefieren quedarse en casa a esperar.
Para resolver el órdago catalán hay que haber vivido en Cataluña sin prejuicios añadidos a tu propio entender social. Hay que saber sociología de las sociedades y analizar el camino lento emprendido hace muchas décadas. Y no pensar de antemano que el dinero es algo que los catalanes no saben administrarlo bien y para sus propios intereses. Si se les pide, lo darán. A quien ellos quieran. Que no haya duda.
A mi me preocupa y mucho la deriva de este asunto, pues no veo a nadie con capacidad de entender soluciones, ni de ser capaz de sentarse o de parar hacia un tiempo muerto. Este problema no es de testosterona, sino de movimientos finos. Y llevamos más de una década jugando a joder.
La Ley tiene razón, pero muchas veces no tiene razones. Y para ciertos problemas, son más importantes las razones de la razón, que la razón de la Ley.