Hoy Manel Fuentes dice que lo auténticamente revolucionario está por venir. Y que es simplemente “pararse”, no hacer caso a nadie, no escuchar ni ver mensajes ni soflamas, anuncios ni buenas intenciones, discursos buenistas ni banderolas de colores.
Se acabó la posverdad, el desencanto, la desconfianza, la desafección, los gritos desaforados a favor de lo contrario. Se acabó el estar, el participar de este juego viejo. Hay que pararse, bajarse del tranvía sin trayecto final que no sabe bien a qué barrio irá a encerrar lo que quede.
—Yo me bajo en la próxima ¿Y usted?
Adolfo Marsillach nos lo escribió en el año 1981 para el teatro, sí, para el teatro de la vida, para este mismo teatro de ahora. Pero aquellos eran profesionales de las tablas y nos decían nada más comenzar que todo era mentira.
Da miedo estos tipos que se las saben todas, casi tanto como estos otros tipos que demuestran que no saben nada de nada. Estamos cansados de manipulaciones, de que nos digan lo que tenemos que comer, comprar, votar o cagar.
No, no nos quitan la libertad de decidir, simplemente nos la manipulan, la saben organizar y dirigir. Somos libres para equivocarnos tal y como todos estos han planificado que nos equivoquemos.
Y sí, sé quien sale ganado bajándome en la próxima. Pero creo que la revolución va a ser precisamente bajarse y dejar de estar, pararse y quedarse queito.
—Yo ya me he bajado en la mía ¿Y usted?