El precio de todo. El valor de nada. ¿Aprenderemos?

Tras advertir —por delante de todo— que ensuciar paredes o puertas con frases es delito, hay que decir que esta frase tiene su fondo.

“El precio de todo: el valor de nada…”

Sabemos los precios que pagamos, pero no siempre somos conscientes del valor de las cosas y de las relaciones o elementos vitales que rodean a lo que compramos. 

Es posible que algún día aprendamos a diferenciar entre valor y precio. Y entonces valoraremos de otra forma lo que adquirimos por impulsos, y aprenderemos a elegir.

El precio de todo. El valor de nada

Tras añadir por delante de todo, que ensuciar paredes o puertas con frases es delito, hay que decir que esta frase tiene su fondo.

“El precio de todo: el valor de nada…”

SAbemos los precios que pagamos, pero no siempre somos conscientes del valor de las cosas y de las relaciones o elementos vitales. Es posible que algún día aprendamos a diferenciar entre valor y precio.

Diccionario de mano. Descomponer

Me encantan los prefijos, me gusta para hoy precisamente hoy el de: –DES, pues me lleva a su contrario. Por eso hoy he decidido hablar del clásico “descomponer”, lo contrario a componer. Así que tan solo se puede descomponer lo que ya está compuesto, formado, hecho y funcionando. 

Parece una tontería, pero cuidado, que no lo es.

Si algo no está funcionando bien, no se puede descomponer.

Descomponer es desmontar, que es otra palabra con el “des” delante. Si algo está amontonado pero no montado, no es posible descomponerlo. Por ejemplo una relación hecha a trozos, compuesta de momentos brillantes pero diseminada sobre sí misma. Casi es mejor una relación ajada pero montada, algo machacada por los tiempos, pero bien sujeta entre sí. Esa sí se puede descomponer, desmontar, deshilvanar.

Una pena, efectivamente. Pues en esto tiempos no es fácil encontrarse edificios bien montados, bien compuestos.

Reflexión muy personal sobre terrorismo

Han pasado unos días desde el ataque terrorista contra Barcelona y Cambrils, y toca levemente al menos, un análisis o una reflexión personal, más pausada que la que puede venir en caliente, para vaciar las ideas y repensar un poco en donde estamos y hacia dónde nos pueden llevar los errores.

 No todo se ha hecho bien antes y después de los ataques.
 De todo se aprende. Pero no todo hay que enseñarlo.
 La violencia terrorista busca miedo.
 La respuesta de los ciudadanos es ejemplar.
 Algunas declaraciones públicas producen pena y sensación de incapacidad.
 Hay que aprender a defenderse.
 No siempre la falta de libertad produce monstruos. No siempre la libertad (por desgracia) es la vacuna.
 El terrorismo es un producto social muy complejo, con muchas aristas y motivaciones.
 Los silencios también duelen. Pero a veces son mejores que las palabras.
 Antes de calificar a alguien de héroe…, hay que contar hasta 1.000.

El terrorismo es una forma de guerra globalizada, que no conoce sociedades ni culturas, y que sobre todo entiende del tamaño del dolor y horror que produce. Al terrorismo le añadimos unas etiquetas según los periodos temporales, que no siempre se adaptan bien a lo que representan. Y si bien esto no tiene importancia a la hora del debate en la calle, sí lo tiene y mucha a la hora de encontrar soluciones.

En las guerras clásicas hay generales militares y un “super” general que es quien manda. Las órdenes son claras y pocas y esto suponía (o sigue suponiendo) un corsé que empaqueta la guerra. Se trata de ganar a costa de lograr territorio, de bloquear las economías, de producir dolor y debilitamiento en las retaguardias. Las guerras viejas las hacían (y hacen) los soldados y sus herramientas.

En las guerras nuevas algunos de estos elementos se mantienen. Otros ya no. No hay una cohorte de pocos generales, y cada soldado puede actuar por su cuenta, tras una órdenes muy generalizadas de no se sabe quien. Las herramientas para matar son mucho más baratas y fáciles, y aunque sí se busca un daño económico y social, sobre todo se busca la provocación de las sociedades hacia las que se ataca, para que ellas terminen su labor. No se trata de ganar territorio, pues este ya no tiene tamaño ni importancia. Se trata de ganar sociedades y opinión pública. La defensa en este tipo de guerras es muy diferente, pues de momento no se emplea a militares, excepto para casos de figuración. Debe ser la policía y su inteligencia la que obtenga éxitos.

En Bélgica, Italia o Francia sí se están empleando militares en labores antiterroristas. Pero su función es bastante irregular, pues no han sido preparados para este tipo de conflictos de calle. El ejemplo más sencillo de observar lo tenemos en Milán, donde los militares controlan los accesos a la Catedral del Duomo de Milán. Sinceramente creo que de forma irregular, aunque sean muy rígidos. En Bélgica su labor es más persuasiva, de presencia armada, de control. 

Sin duda hay que profesionalizar más la defensa de las ciudades. Esto no es sencillo de admitir, pero inevitablemente lo tendremos que ir haciendo, mientras no seamos capaces de resolver este problema violento. Hay ciudades con miles y miles de cámaras vigilando incluso el interior de los autobuses públicos y aunque nadie lo desea es un camino. Las calles peatonales de muchas ciudades tienen bolardos más o menos discretos. El número de policías sin uniforme debe crecer. 

La vigilancia desde la inteligencia policial debe mejorar y encajarse en un mando único. La integración social es una obligación como autodefensa y como derecho humano básico. Las financiaciones extranjeras de ciertas prácticas religiosas deben cesar con urgencia.



Cinco apuntes básicos sobre terrorismo global

A/ El terrorismo es una guerra del siglo XXI sobre la que debemos aprender a defendernos. No existe un enemigo conocido, no tiene territorio propio sobre el que atacar contrarrestando, no hay líderes con los que negociar, no existen motivos posibles de analizar, es barata, es silenciosa hasta que explota, está dentro de cada zona sobre la que actúa, tiene una gran movilidad, no tiene un tiempo prefijado de actuación y saben que es un proceso muy lento.


Busca el terror global, para que sean los propios ciudadanos de cada país los que cambien sus modos de vida, y simplemente sufran miedo, terror y con ello odio. Y de esa forma crear un caldo de cultivo social que haga posible revoluciones posteriores, levantamientos populares o simples cambios sociales que apoyen las tesis de los terroristas, que por cierto nadie sabe con claridad cuales son.


Para ellos, cuanto peor mejor, cuanto más se publicite un acto terrorista, mejor para sus intereses de terror. Cuanta más demostración de dolor social exista, más éxito en sus atentados. Por eso es fundamental la mesura profesional, que no la censura de opinión.




B/ ¿Y cómo es posible defenderse ante una guerra no declarada, sin líderes contra los que actuar, sin territorios sobre los que atacar o invadir, barata y simple para una de las partes, aleatoria en el tiempo y en la geografía global, con miles y miles de posibles objetivos fáciles?


Sin duda las sociedades civiles deben aprender a defenderse. Y además cambiar sus métodos de defensa de forma rápida, pues el terrorismo se adapta bien a cualquier método de autodefensa que observan en sus contrarios.


En estos momentos se ataca a ciudades o a objetivos con gran número de personas, habiendo descartado ya, anteriores objetivos bien defendidos en la actualidad. Pero pueden cambiar este método cuando observen que ya hemos aprendido a defendernos, o nos hemos relajado en lo que hacíamos bien. Por eso es fundamental trabajar en equipos sociales, donde con inteligencia, sepamos defender nuestras formas de vida.





C/ Lo primero que hay que admitir aunque sea muy duro hacerlo, es que estamos en guerra encubierta. Y que eso sin duda nos lleva a dos cambios inevitables. 1/ Vamos a perder libertades. 2/ Nos va a costar dinero y cambios sociales.


Hay que saber que en un Estado de Crisis (no quiero llamarlo de otra forma) hay que estar unidos y obedecer. Esta en una sociedad occidental que ya no cree en casi nada, es muy complicado lograr en la actualidad y en el mundo occidental (no digo nada en España) la implicación constante en el tiempo de una sociedad con sus dirigentes. La desafección social nos ha llevado a un punto donde no creemos capaz a los actuales dirigentes de lograr resolver nada. Ni la contabilidad de sus escaleras de vecinos.


Saben los terroristas en qué tipo de sociedad están imbuidos y agazapados, y qué acciones son capaces de realizar. Los terroristas serán salvajes, inmorales, enfermos…, pero no son personas sin capacidad de análisis, sin inteligencia y formación. Saben leer las claves, sobre todo aquellos líderes terroristas que no conocemos, pues son los que no salen a la calle a matar y a morir.




D/ Las sociedades que hemos sufrido el terrorismo durante años, sabemos algunas constantes que se repiten y sobre las que hay que prestar atención. Los integrantes de estos grupos son jóvenes idealistas sin una integración social clara. Siempre necesitan un apoyo social de su entorno, sin que este entra en el lado de la ilegalidad, pues necesitan un caldo legal que sustente su retaguardia. Necesitan un apoyo económico que ellos no tienen y que deben recabar fuera de su entorno.


Hay tácticas en las redes, al alcance de la policía y también de los terroristas, que son auténticos libros de estilo. Pero precisamente las nuevas tecnologías, aunque parezca lo contrario, son su gran punto débil. Y lo saben y lo resuelven.


Las sociedades en conjunto, que nos vemos atacadas por nuestros enemigos, debemos aprender a defendernos de forma pasiva y activa. Abriendo los ojos, confiando en los profesionales de la defensa, admitiendo la pérdida de libertades, exigiendo una claridad y transparencia intensa en todo tipo de medidas, actuando con más inteligencia de defensa en nuestras actuaciones desde los medios de comunicación. No es censura, que podría llegar a serlo pues hay muchas formas de ella, sino aprendizaje de la autodefensa social.





E/ Los terroristas son pocos, son reconocibles y para ello hay métodos y normas, son muy jóvenes y han aprendido en lugares determinados, actúan más cuando ya han estado asentados en las sociedades contra las que atacan, hasta el momento han cometido errores infantiles, cuentan con la ayuda al menos pasiva de sus sociedades.


Pero algunas de estas identidades sociales pueden cambiar y los dirigentes mundiales lo saben. La finalización de una guerra muy cruenta que sobre el terreno ha utilizado a miles de combatientes, supone la puesta en paz de todos ellos y sus correspondientes odios y libertades de acción. Esto es muy duro de admitir, pero la paz puede no ser siempre la solución para el contrapeso mundial.

Los terroristas actuales están aprendiendo. Y se nota que avanzan en su aprendizaje. Y debemos (tenemos) que saber qué van a necesitar aprender y qué pasos van a tener que dar para ser más peligrosos. Y por ello debemos aprender a evitar que esto suceda. Casi todo está escrito, yo no añado nada, pero también la inteligencia militar o civil saben defenderse bien, aunque la paz nunca se pueda garantizar del todo.





Nota.: Estas líneas anteriores parecen reaccionarias, ancladas en el idioma oficial del "Sistema" pero por desgracia tan solo intentan reflejar algunos apunten básicos pero reales. Admiten muchas variables y matizaciones. La sociedad actual está desintegrada de su propia realidad porque así lo que ha procurado el propio Sistema Capitalista y sus apoya brazos. El terrorismo vive de un caldo de cultivo creado en el hambre, las violencias, el nulo futuro. Y de eso hay que hablar también, y de las responsabilidades de todos nosotros. El terrorismo no conoce ni diferencia a víctimas pobres o ricas, de derechas o de izquierdas, dueños o esclavos, cooperantes o egoístas. El terrorismo nos afecta a todos. Incluidas las sociedades que más ayuda necesitan en el mundo. Poe eso y por ellos, hay que aprender a defenderse de esta lacra.



El terrorismo solo busca terror, miedo. Y no sabemos defendernos

El terrorismo busca tan solo el terror. Y esto tan obvio lo desentendemos con facilidad, llevados por días como el de ayer, donde el dolor y la sangre se nos amontona, a olvidarnos que lo importante es aprender a defendernos. El terrorista solo busca aterrorizarnos. Meternos miedo, dominarnos desde los conceptos más básicos del ser humano, donde el miedo y la inseguridad topa un cuerpo principal. Quiere dominarnos con el miedo.

Los que hemos vivido décadas de terrorismo cercano, los que hemos estado viviendo en el País Vasco un poco de tiempo, sabemos lo que supone el terror como arma de silencio, de modificación de conductas, de vigilancia extrema al cercano, al diferente. Sabemos lo que cuesta adaptarse a la normalidad tras cada atentado.

El terrorismo se está cebando en los últimos tiempos con las ciudades importantes. Al terrorista no le importa nada la vida de quien muere, no quiere saber quien es, tan solo le importa el número, el dolor mostrado a color y con sonido, el tamaño del miedo, salir en los medios de comunicación. Su método para medir el éxito o fracaso se basa en minutos de audiencia, en centímetros cuadrados de portadas.

La misma medida que sin querer, nosotros mismos nos recetamos para sufrir más y más, creyendo que es lo correcto. Las imágenes que publicaban ayer diversos medios tanto en internet como en televisión, son muestra de lo tontos que podemos ser a la hora de defender nuestro modo de vida.

Estábamos cayendo minuto a minuto en la trampa que nos había colocado el terrorismo, dando imágenes absurdas de los despliegues de la policía, de los miedos de las personas, de los caídos, de la sangre, del horror y las huidas. Confundimos libertad de expresión con inteligencia social.

Las ciudades deben aprender a defenderse de otra manera. Las sociedades debemos aprender a organizarnos para defender nuestras formas de vida. Al terrorista le da igual quien muere. Ellos atacan a los símbolos, a las ciudades con nombre, a las situaciones que saben les van a dar altavoz. 

Debemos aprender a defendernos mejor, pero siempre desde la inteligencia social y no desde el primitivismo.

La felicidad no la regalan, pero nos la pueden robar

En pocos días, a lo sumo en dos semanas, nos vendrán los periodistas de vacaciones y nos empezarán a contar lo mal que tenemos el mundo y lo peligrosas que son las depresiones postvacacionales. Incluso desde la televisión nos dirán que todos los programas son nuevos, que debemos comprar fascículos de algo y de que el año empieza de nuevo en septiembre. Todo mentira.

Venimos de las vacaciones convencidos de que ese periodo de pocas semanas que hemos vivido en un lugar extraño es maravilloso. De que somos esclavos del sistema y de que esto no puede continuar así por más años. A las dos semana se nos han olvidado todas las buenas intenciones y caemos otra vez en el consumismo absurdo, en trabajar (si tenemos trabajo) cuantas más horas mejor por si acaso, en no saber defender nuestros derechos, y en odiar a todo el que manda aunque sea el alcalde.

No somos capaces de pararnos a pensar en el mundo que efectivamente queremos, pero en el mundo cercano, en el que podemos incidir con nuestras decisiones. Creemos que la culpa siempre es de otros, que nosotros somos incapaces de modificar nada, y a lo sumo nos apuntamos a un gimnasio durante dos meses. ¿Hacemos algo diferente por nuestra sociedad?

No nos dejemos manipular por nadie, seamos nosotros mismos con nuestras necesidades y nuestros deseos posibles, trabajemos por nuestras libertades y busquemos la felicidad. Nadie la regala, pero sí mucho nos la intentan robar.

Diccionario de mano. Idiota

Estado habitual y de lo más normal. Los idiotas vamos aumentando en tamaño, tanto por ser más como por ser más grandes. Si hay dudas del idiotismo reinante, con leerse los titulares de las noticias uno ya se hace a la idea de que efectivamente, estamos idiotas y no hay remedio.

Dicen que los australopithecus ya eran idiotas de nacimiento, lo cual es una garantía de que es algo genético y contra eso no se puede luchar. Admitamos ser idiotas como algo habitual, y sigamos practicando el idiotismo, pues no se va a notar mucho nuestros progresos, ya que todos progresamos a la vez. Ser idiota está de moda.

Juan Carlos Monedero acierta totalmente

Pocas veces podemos estar más de acuerdo con una frase de Monedero, como en esta ocasión. Los trabajadores tan solo quieren que les defiendan en su dignidad, en sus derechos laborales, en sus sueldos dignos, en su seguridad. Y si quien les ofrece esa posible seguridad laboral es la derecha, la votan a ella.

Desde la izquierda deberíamos preguntarnos muchas veces el motivo, pues es nuestra obligación lógica, de sentido común, que esto no suceda nunca. Y si sucede deberemos admitir que no es por éxito de la derecha, sino por fracaso de la izquierda.

¿Cuantos sindicatos hay de derechas? ¿Por qué los trabajadores votan antes a los representantes de la patronal que figuran en listas electorales de los partidos de derechas, que a los que se dicen representantes de los trabajadores a través de los sindicatos y que aparecen en partidos de izquierdas?

¿Es que hay duda de que desde la izquierda una de las tareas más lógicas debe ser defender y vigilar las relaciones de los trabajadores con sus puestos laborales, para que no hay abusos y sean dignos sus derechos de todo tipo?

Diccionario de mano. Muerte

Oscuridad. Sensación de cambiar de vida. Viaje sin maletas. Tristeza. Todos hemos visto la muerte de cerca, en nosotros, en otros muy queridos, rodeando nuestros pasos. Sabemos cómo es, pero no sabemos qué se siente. DEcimos que es fría, vacía y solitaria, pero nadie ha vuelto para contárnoslo. Lo que sin duda produce siempre, es un vacío. Y digo siempre, sabiendo que no siempre el vacío es del mismo tamaño.


La muerte es mucho mejor que el dolor. La muerte es suave. Quien se muere, no sabe que se muere. Pero quien muere con dolor, sí sabe que se muere.