La mayor y peor independencia que han sufrido mis sobrinos…, es cuando mis hermanos decidieron autodeterminarse libremente y divorciarse utilizando un derecho básico de nuestras leyes. No les preguntaron a mis sobrinos. Su economía se tambaleó y sufrieron todos. Lo decidieron libremente y así debe ser.
Cuando estuve hace un mes en los EEUU tuve que pedir permiso de entrada, me fotografiaron al entrar y me escanearon las huellas digitales de los 10 dedos. Pero cuando estaba en los parques paseando, en las cafeterías tomando un americano o en la universidad o biblioteca analizando datos, nadie sabía si yo era español, colombiano o irlandés. Incluso creo recordar que todos nosotros meábamos de la misma manera. Contra la pared.
Mis dos décadas de fines de semana en Cataluña siempre han sido maravillosos. Nunca me han tratado mal. He comprado, he vendido, he hecho negocios, me he divertido y nunca me he sentido desplazado. Suelo volver un par de veces al año. Me tienen atrapado. Como a Soria, de donde es mi familia paterna. Todos inmigrantes sorianos.
A mi de pequeño, los hermanos Maristas me enseñaron que en la vida hay que dialogar, y luego el profesor Julio de la escuela pública me supo explicar muy bien que hay que llevarse bien con todos, para saber respetarse y entender al diferente.
He visto pobres de verdad en las esquinas de Bélgica, en Francia, en Suiza, en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza y en EEUU. Y todos, en menos de 4 meses de tiempo y sin futuro en sus rostros. Excesivos pobres injustos sin resolver, pensé siempre.
Me cuentan lo que algunos borregos dicen en las redes, los he visto gritar en Madrid con mis ojos y envueltos en banderas azules rancias, les ha crecido el odio al catalán tanto…, que ya se les sale de las entrañas. Y yo me digo: ¿Si tanto los odias, para qué los quieres tener dentro de España? ¡déjalos que se vayan! ¿no los odias?
Yo amo al catalán como al andaluz o al extremeño. Por eso los quiero tener dentro de mi país. Pero sé que si ellos quieren irse, de donde no lograrán nunca escapar los catalanes es de estar a 200 kilómetros de distancia de mi Zaragoza. Y con eso me conformo. Es curioso que los que más odian a los catalanes, nunca hayan estado en Cataluña viviendo. No les han visto mear contra la pared. Pues:, pues sí, mean también contra la pared, como los belgas.
Nota.: La imagen parece un lío tremendo de cuerdas y de nudos. pero si te das la vuelta, si la rodeas y te acercas al mar, verás que ya no es nada complejo seguir mirando al horizonte, al futuro.