El espectáculo bochornoso del teatro político de ayer merece todos los análisis posibles e imposibles pero ninguno positivo. A la suma de tweets desastrosos de algunos políticos catalanes huyendo del presunto apestado que cambia varias veces de opinión, se une la indigesta negociación de incapaces de entender en qué punto estamos y hacia dónde nos dirigimos.
Malas comparecencias, un Rajoy desaparecido, unos diputados que cambian de opinión como las putas en Cuaresma, una sociedad catalana triste y cariacontecida, sin saber si hacen un Maidán o una huída cabreados, un mal día para España.
Hoy volvemos a tener otro día malo, sin saber si será galgo o podenco, enfermedad o muerte. Y todo para obligar a España a tomar medidas que nadie sabe hacia dónde van. Exploraremos el infierno, sabiendo que nos vamos a quemar, pero no parece que haya otra posibilidad.