En cualquier proceso de negociación hay unas constantes que se repiten SIEMPRE. Y si no se repiten, no es posible negociar. La principal es que ambas orillas QUIERAN negociar. La segunda es que admitan que ambas orillas VAN A PERDER ALGO. La tercera es que merece la pena negociar, pues ambas orillas VAN A LOGRAR ÉXITOS.
En este problema crítico con Cataluña, un proceso por cierto que se debería haber comenzado hace unos cuantos años, una de la partes aspira a no admitir bajo ningún concepto que la otra parte va a lograr éxitos. Y ese arrinconamiento claro y de ganador neto, es el principal obstáculo para lograr la negociación.
Si las personas que desde Cataluña tienen que negociar observan que ya se está metiendo en la cárcel a los suyos. Y si admiten con la lógica del jurista que se las sabe, que en pocos meses ellos también irán a la cárcel, si saben que tras los 5 millones a Artur Mas de multa vendrán otros muchos más contra todos ellos, si saben que todo el proceso que han iniciado no va a servir para nada…, ¿alguien me puede decir para que les serviría emplear el sentido común, la negociación, el sentido de Estado?
Si ahora los dirigentes catalanes que quieren la independencia, todos desde la CUP a PDeCAT pasando por ERC, saben que el futuro va a ser mucho peor para ellos y sus ideas…, ¿para qué van a querer negociar nada?
Nos queda preguntarnos si es necesario negociar o en cambio lo mejor es derrotar sin negociar. La respuesta que demos es la clave de la solución. O del agravamiento del problema. Escucho tantos simplismos, tanta manipulación de las palabras y las cartas, tanto tacticismo de preescolar, que me preocupa que alguien sea capaz de creer que ya ha resuelto esto. Ninguno lo podrá resolver con medidas sencillas y del Siglo XVIII o XIX.
Cualquier político debe pensar siempre en el medio plazo como poco. Resolver el hoy es muy sencillo. Incluso no haciendo nada. Lo complejo es resolver de verdad las tensiones para que no se reproduzcan. Y eso siempre va a necesitar negociación, diálogo, brazos extendidos. Creer que algo se ha resuelto si después hay que limpiar las calles de excesiva basura y dolor, no es resolver. Eso será aplazar.
No se dice, pero en la cabeza de Rajoy, Puigdemont, Santamaría, Oriol, Forcadell, Más, los Jordis, Pablo y Pedro, en todos ellos suspira por encima la imagen de sus nietos. Todo ser humano quiere ser recordado positivamente. Y nunca tan negativamente como que tal vez fueron ellos y ellas las que lograron el caos para nada. Al enemigo que tiene que huir, le debemos poner puente de plata. Frase de Gonzalo Fernández de Córdoba en el siglo XV.